Congreso de los pueblos por la paz, detail

As in a Dante-esque vision, Kahlo imagines... two explosions at the horizon of the landscape, rising in a fiery cloud.. Kahlo plants as defense a tree of truth and life, with its fruits of knowledge as a message of hope for humanity.
Professor Luis-Martín Lozano

Imogen Cunningham, Portrait of Frida Kahlo, gelatin silver print, 1930

In 1951 Frida Kahlo had been hospitalized for over a year, confined to her bed by intense pain in her knee, hip, and spine; what began with acute trauma from a bus accident in her adolescence had, over time, transformed her body with increasingly severe complications. The medical reports known now to scholars hint at the presence of symptoms that were beyond the knowledge of medicine at the time; Kahlo was therefore subjected to infinite rounds of testing and treatment, none of which ultimately were effective in alleviating her suffering. Following an operation in New York in 1946 to fuse her vertebrae, Kahlo recovered under the care of several doctors in Mexico City; later, between 1950-51, she underwent seven surgical interventions by Dr. Juan Farill at the Hospital Inglés, from which she recovered in Puebla under the care of Dr. Rafael Mendívil. While it is certain that Kahlo suffered greatly from her chronic pain and illness through these years, it is no less certain that she remained firm in her will to overcome these adversities and continue painting. A vocation for painting to benefit the ideological causes to which she was dedicated resurfaced in her; she said, “I must fight with all of my strength that the little good my health allows me to do is for the benefit of the Revolution. This is the only real reason to live” (quoted in R. Tibol, Frida Kahlo. Crónica, testimonios y aproximaciones, Mexico City, 1977. p. 55).

Frida Kahlo was politically active throughout her career. Here, she, Diego Rivera and Juan O'Gorman protest the United States' invasion of Guatemala in Mexico City, 1954

In Mexico City in the first half of the twentieth century, and particularly in the years following the Spanish Civil War and the Second World War, diverse artists and intellectuals formed political associations that were international in scope. Among these were organizations such as the Alianza de Defensa Intelectual, formed by painters Julio Castellanos, Gabriel Fernández Ledesma and Manuel Rodríugez Lozano (among others) in 1935 against the spread of fascist ideology in Mexico. These groups had sister organizations around the world, such as the Alianza de Intelectuals Antifascistas para la Defensa de la Cultura in Madrid—and organized conferences; in February 1936, a Mexican delegation in the Congress of American Artists traveled to New York with such a mission, and in 1938 the Confederacion de Trabajadores de Mexico held an international congress against war.

Frida Kahlo and Diego Rivera in front of Pesadilla de Guerra, Seuño de Paz, Fantasía realista in 1951-52. Photographed by Juan Guzmán.
Artwork © 2020 Banco de México Diego Rivera Frida Kahlo Museums Trust, Mexico, D.F. / Artists Rights Society (ARS), New York

In 1948, a group in Poland organized the Global Congress of Intellectuals in Favor of Peace, which later amplified its scope as a pro-soviet pacifist movement via the First Global Congress in Favor of Peace, celebrated in Prague and Paris. This Congress disseminated the “Call from Stockholm,” an international petition against the use of the atomic bomb, which considered its use a crime against humanity. Kahlo and Diego Rivera joined this mission in Mexico, responding to the call of the pro-Soviet World Peace Council and imploring the governments of the United States, France and the United Kingdom to join in the Pact of Peace offered by China and the Soviet Union. Rivera would paint the controversial mural Pesadilla de Guerra, Sueño de Paz. Fantasía realista in the name of this cause; it was censored by the Mexican government in 1952.

Therefore it was within this context of discussion between art and ideology in the international sphere that Frida Kahlo painted a small picture that has remained practically unknown both by the public and by specialists, and only rarely exhibited. Congreso de los pueblos por la Paz was painted by Kahlo in the fall of 1952, when her health was in an especially delicate state and painting presented a particular challenge. However, she found the necessary encouragement in her ideological struggles, and painted the work with the conviction to participate in the Peoples for Peace Congress to be held in Vienna that year, intending to attend alongside Diego Rivera and his daughter Ruth. The small painting has an unusual expressionism due to its acidic chromatic tones and Kahlo’s playful, gestural brushstrokes. There is a profound anxiety transposed in the formation of each of the letters, as if they were sickly roots that sprang from the tree at the center of the composition. As in a Dante-esque vision, Kahlo imagines the horror of a nuclear apocalypse; two explosions materialize at the horizon of the landscape, rising in a fiery cloud, destroying all traces of civilization. In the foreground, Kahlo plants as defense a tree of truth and life, with its fruits of knowledge as a message of hope for humanity, as evoked in the illustrations of the English poet and artist William Blake. Likewise even in the most difficult moments of her time on earth, Frida Kahlo made painting a reason to continue living.
Professor Luis-Martín Lozano
Art Historian

Frida Kahlo painting in bed, with Diego Rivera, 1952. Photo: Juan Guzman
Frida Kahlo's palette, paints and brushes, circa 1952

En 1951, Frida Kahlo había estado hospitalizada por más de un año, atendida de fuertes dolores en la pierna, cadera y espalda; los cuales iban en aumento y en complicaciones para su estado de salud que se había tornando cada vez más delicado. Los reportes médicos que se conocen dejan entrever el desencadenamiento de síntomas que los avances de la medicina, para aquella época, no siempre permitían poner en claro como proceder, por lo que Kahlo fue sometida a infinidad de pruebas y tratamientos que no parecían resultar enteramente efectivos. A partir del año de 1946 en que fue operada en Nueva York para una fusión de vértebras, Frida estuvo al cuidado de diversos médicos en México y tan sólo, entre 1950 y 1951, fue sometida a siete intervenciones quirúrgicas por el Dr. Juan Farill en el Hospital Inglés, tras lo cual vino una etapa de recuperación en Puebla, atendida por el Dr. Rafael Mendívil. Por lo que es innegable que Kahlo sufrió mucho por sus enfermedades a principios de los años cincuenta, pero no menos cierto, es que se mantuvo firme en su voluntad de sobreponerse a la adversidad y seguir pintando. En ella resurgió una vocación para la pintura en beneficio de causas leales a su ideología: “Debo luchar con todas mis fuerzas para que lo poco de positivo que mi salud me deja hacer sea en dirección de ayudar a la Revolución. La única razón real para vivir.” (En palabras de Frida recopiladas por R. Tibol en, Frida Kahlo. Crónica, testimonios y aproximaciones, México 1977. p. 55).

En el México de la primera mitad del siglo XX, diversos artistas e intelectuales habían conformado asociaciones de alcance internacional, sobre todo a partir de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial; tales como lo fue la Alianza de Defensa Intectual de 1935 en contra de la penetración de ideas fascistas en México y conovocada por pintores como Julio Castellanos, Gabriel Fernández Ledesma y Manuel Rodríguez Lozano, entre otros, y homónima de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura —organización civil creada en Madrid—, la delegación mexicana en el Congreso de Artistas Americanos celebrado en Nueva York, en febrero de 1936 o el llamamiento de la Confedereación de Trabajadores de México, en 1938, a un Congreso internacional contra la guerra.

En 1948 se había celebrado en Polonia el Congreso Mundial de Intelectuales a favor de la Paz, el cual amplió sus alcances como movimiento pacificista prosoviético a través del Primer Congreso Mundial de los Partidiarios de la Paz, celebrado en Praga y París, y del que se desprendió el “llamamiento de Estocolmo”, que fue un emplazamiento internacional a recabar firmas para la prohibición del uso la bomba atómica, y considerar su uso como crimen de lesa humanidad. Una labor a la que en México se sumaron la propia Frida y Diego Rivera, atendiendo el “Llamamiento de Berlín” del Consejo Mundial de la Paz, prosoviético, y exhortando a los gobiernos de Estados Unidos, Francia y Reino Unido a celebrar el Pacto de la Paz que ofrecían China y la Unión Soviética. Rivera pintaría el polémico mural de Pesadilla de Guerra, Sueño de Paz. Fantasía realista, el cual sería censurado por el gobierno mexicano en 1952.

Pues fue justo en este ámbito de discusiones entre arte e ideología, en un contexto internacional, que Frida Kahlo ejecutó una pequeña pintura que ha permanecido casi desconocida por público y especialistas, ya que se ha expuesto en contadas ocasiones tras ignorarse su paradero. Congreso de los pueblos por la Paz fue pintado por Frida en el otoño de 1952, aun cuando su estado de salud era delicado y su oficio pictórico se le dificultaba, no obstante ella encontraba el aliento necesario en sus luchas ideológicas, por lo que realizó la pintura con entrega y convencimiento para que participara en el Congreso de los Pueblos por la Paz celebrado en Viena ese año, y al que asistieron Diego Rivera en compañía de su hija Ruth. La pequeña pintura posee un inusitado expresionismo debido a su cromática de tonos ácidos y pinceladas gestuales logradas por el juego de la materia plástica. Hay un hondo nerviosismo que se traspola en la conformación de cada una de las letras, como si fueran raíces que brotan del árbol pintado al centro de la composicion. Como en una visión dantesca, Kahlo imagina el horror de una apocalipsis nuclear al incluir dos explosiones al fondo del paisaje, que se levantan como una nube de fuego destruyendo todo rastro de civilización. En primer plano antepone como defensa una árbol de la verdad y la vida con sus frutas del conocimiento como un mensaje de esperanza para la humanidad y como si evocara las ilustraciones en las profecías del pintor inglés William Blake. Por lo que aún en sus momentos más difíciles de su existencia, Frida Kahlo hacía de la pintura una razón para seguir viviendo.

Profesor Luis-Martín Lozano
Historiador del Arte